El mensaje reinterpretadoCristina Puga

El Presidente López Obrador habla mucho. Habla todos los días, cosa que no hacen por lo general los presidentes, y durante largo rato, lo cual le da espacio para dar información sobre algunas cuestiones y también para no siempre decir lo más prudente o adecuado. Sin embargo, en sus conferencias mañaneras, el Presidente  formula , con distintos grados de claridad y pasión,  uno o dos mensajes  que le  interesa particularmente que lleguen a la ciudadanía,  o para usar sus propias palabras, al pueblo.

La intención de esos mensajes es  diversa y siempre más allá de la mera información sobre el quehacer gubernamental. Sirven tal vez para anunciar un proyecto, reforzar una idea, infundir optimismo o enojo, distraer la atención de otros problemas o generar simpatías o antipatías hacia personajes y situaciones. Con frecuencia utilizan el    sarcasmo, los epítetos  descalificadores,  como el de los “fifís”, los “pasquines”, los “maiceados” , el “neoliberalismo” o “la mafia del poder”, para calificar   a quienes en ese momento ve como sus adversarios,  y muchas veces  contienen acusaciones no probadas que se dejan a la interpretación del público.

Muchos de estos mensajes han causado  polémicas e incomodidades. El Presidente mide el impacto de sus frases y las deja de usar o regresa a ellas cuando nuevamente necesita causar el mismo efecto, con la seguridad que le da hacerlo desde el poder y frente a una aprobación popular que desciende lentamente, pero que sigue  arriba del 50% . El reclamo contra los periódicos de derecha y el recuento de las fechorías de los expresidentes, por ejemplo, se repite  con cierta frecuencia, al igual que las acusaciones en contra de científicos, periodistas o activistas de la sociedad civil.

Funcionarios,  legisladores,   militantes de Morena e integrantes de ese ejército misterioso que se mueve en twitter para saludar cualquier nueva propuesta presidencial, tienden a complicar situaciones o incluso a  distorsionar la intención del presidente   cuando reinterpretan y refuerzan con algunas acciones su discurso. En su afán solidario, se apresuran a levantar actas, presentar acusaciones, señalar nombres,  buscar pleitos adicionales o simplemente adornar con nuevas palabras el mensaje oficial.

La distorsión va desde el almibaramiento  para referirse a cuestiones tan baladíes como la rifa del avión, hasta la utilización perversa de  la tranquilidad presidencial ante la pandemia,  para falsear la realidad y promover el turismo. En el primer caso, algún funcionario llegó a exaltar   la compra de un cachito de lotería  como expresión de  “el anhelo por transformar México y transitar de una política de privilegios y excesos a una de inversión social y bienestar”. En el segundo, hay campañas por parte de promotores de la Riviera Maya para desterrar el “miedo” que “enferma” a la población y animarse a viajar y a desafiar una enfermedad que solamente mata a un “pequeño porcentaje” de los afectados.

Otras interpretaciones tienen efectos políticos más pronunciados y perturbadores para la convivencia: un ejemplo fue la  desafortunada intervención  del Director del FCE , Paco Ignacio Taibo, hijo de españoles que se asilaron en México tras la Guerra Civil española , cuando, para reforzar   señalamientos presidenciales en contra de algunos escritores y periodistas, consideró que   los críticos incómodos harían bien en salir un tiempo del país, añadiendo con ello la amenaza del destierro a dos ellos, identificados por su nombre. No menos desafortunado es el   difundido mensaje  en  que el actor  Damián Alcázar habló  para solicitar la consulta pública respecto al enjuiciamiento de los expresidentes  y  advirtió  que posiblemente el juicio no llevaría  a los acusados a la cárcel  porque “los magistrados son corruptos,  amigos  de los expresidentes o  pertenecen a los partidos opositores”. En su pequeño video no se le ocurrió decir  que entre la demanda ciudadana y el juicio a los expresidentes debía   mediar  una investigación o un  proceso previo  y en ningún momento dijo que sería  posible que  el expediente fuera mal integrado por la Fiscalía. Mucho menos supuso  que en el país pudiera haber  jueces honestos, acuciosos y apegados a Derecho.

Las reinterpretaciones tienden a reproducirse en las redes sociales —“las benditas redes“, las ha llamado el Presidente— y a aumentar la carga ideológica y contenciosa de los mensajes, tanto de los grupos de tuiteros agrupados en torno a los dichos del presidente, como del sector que ha sido señalado negativamente en la mañanera.   Aquí  la reinterpretación puede adquirir extremos peligrosos: quien no compró boleto del avión  es tachado de antimexicano, el director del FCE es acusado de antisemita y francamente nazi, firmantes y no firmantes de la petición a la consulta se recriminan acremente con adjetivos que suben de tono y   el “sector negativo”   en turno, es calificado   insistentemente de conservador y resentido por haber perdido privilegios que las propias redes exageran conforme avanza la polémica.

Posiblemente, el mensaje presidencial es reinterpretado porque hay una autorización tácita para hacerlo, lo cual aumenta  su potencial disruptivo y reduce las posibilidades del diálogo democrático. Seis meses de pandemia con su cauda de  confinamiento, enfermedad,  muerte y pérdidas económicas  han causado un desgaste personal y colectivo a una ciudadanía  que hoy requiere de  serenidad y claridad de ideas. No obstante, en los  últimos días, los reinterpretadores del mensaje presidencial han añadido  dos intervenciones más, que seguramente alimentarán el fuego ideológico y la confusión de quienes sólo participamos como espectadores del feroz intercambio.

La primera, es un comunicado  para contrarrestar la carta enviada hace  unos días por un amplio grupo de artistas y académicos frente a lo que consideran un “asedio”  presidencial  a la libertad de expresión. Más allá de las razones para esa carta y de la evidente  molestia  presidencial durante la mañanera en la que se comentó, lo preocupante es que ya hay un texto de réplica con numerosas firmas  que  circula abundantemente por las redes sociales y que califica de  “deshonestidad intelectual,  complicidad, obsecuencia y cortesanía” la posición de los 650 firmantes de la primera.

La segunda intervención,  es una propuesta de Ley por parte de los diputados de Morena que invierte la consulta presidencial sobre si se debe juzgar a los expresidentes y la convierte en otra sobre si concederles amnistía. La perpleja ciudadanía  ahora sí no  sabrá quienes son los buenos y quienes los malos: si los que propugnan por consultar sobre el juicio a los expresidentes en el proceso electoral del próximo año o quienes de una buena vez, proponen amnistiarlos o no amnistiarlos.  Y esta vez, todos son del mismo partido que, casualmente, está en proceso de elección de su dirigencia.

Si muchos de  los mensajes presidenciales  conllevan una fuerte carga emocional  debida a las simpatías o antipatías del mandatario, su  reinterpretación  amplifica su carga de disgusto y desunión. El comunicado  y la ley de amnistía, junto con las acusaciones que, al calor del proceso  interno,  los propios integrantes de Morena  dirigen a sus compañeros de partido,  generarán seguramente nuevas contradicciones y colaborarán a  un indeseado  ambiente político cada vez más enconado por divisiones  que ya afectan comunidades y grupos de trabajo.

 

Cristina Puga

Profesora Titular de la FCPyS, UNAM. Socióloga y Doctora en Ciencia Política por la misma universidad. Investigadora Nacional y Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Recibió en 2009 la distinción Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la UNAM. Ha tenido diversos cargos de dirección académica y coordinó el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales de 2007 a 2011. Entre sus temas de investigación figuran el sistema político mexicano, las formas de participación política de los empresarios organizados , el ejercicio académico de las ciencias sociales, las asociaciones como formas de acción colectiva organizada y las estrategias de participación política de la sociedad civil. Entre sus publicaciones recientes están Las ciencias sociales y el Estado nacional en México, coordinado conjuntamente con Oscar Contreras y publicado por el FCE (2018) y Un panorama de las ciencias sociales en México, editado por la UNAM (2018). Su capítulo “Participación democrática: los límites del diseño institucional.” en Cadena-Roa, Jorge y Miguel Armando López Leyva (coords.2019) El malestar con la representación en México, México: UNAM, IIS, CEIICH/Ficticia (colección Café de altura) versa sobre cuestiones de participación social y gobernanza. Actualmente realiza investigación sobre este último tema y sobre el ejercicio de las ciencias sociales en el Centro Peninsular de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, en Mérida Yucatán.

1 comentario

  1. Silvia Inclán   •  

    Cierto, las resonancias son más y más violentas y alejadas de una posibilidad de discusión. Creo que en parte es el mensaje del presidente y su autorización tácita a sus intérpretes, pero también creo que las redes magnifican y permiten que las ciberagresiones suban más de tono y que en realidad no hay debate en ningún tema.

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