El problema de Venezuela: la legitimidad
El miércoles 23 de enero de 2019, Juan Guaidó, máximo representante de la Asamblea Legislativa de Venezuela, se auto-proclamó presidente encargado de su país. Sustentó su acto en una premisa que ha ido adquiriendo cada vez mayor aceptación, dentro y afuera de Venezuela: la toma de posesión de Nicolás Maduro, el 10 de enero, como presidente para un nuevo periodo de seis años, no fue válida. La nulidad se deriva, a su vez, de otro planteamiento que se asume de manera aún más generalizada: las elecciones de mayo de 2018, en las que supuestamente triunfó Maduro, no fueron legítimas.
Ese mismo día, unas horas después, la Unión Europea, UE, reconoció a la Asamblea Legislativa de Venezuela como el único poder legítimo en ese país. No obstante, no le confirió a Guaidó la autoridad de presidente. La UE se deslindó así de la postura de Estados Unidos, Brasil y otros países de América, que casi inmediatamente reconocieron a Guaidó.
El jueves 24, España adoptó explícitamente la posición de la UE; y el presidente español, Pedro Sánchez, le dio un cuarto de vuelta. Él le llamó por teléfono a Guaidó para comunicarle personalmente la decisión de su gobierno: lo trató como interlocutor válido. Dos días después, el sábado 26, avanzó un poco más. Declaró que, si Maduro no convoca a nuevas elecciones en un plazo de ocho días, España reconocerá a Guaidó. Poco después, Francia y Alemania, seguidas de Gran Bretaña, se pronunciaron en el mismo sentido (ver https://elpais.com/internacional/2019/01/26/actualidad/1548499231_207226.html ).
Izquierdas e izquierdas
Pedro Sánchez queda como una vanguardia de la izquierda democrática, que entiende que se está jugando el adjetivo y no sólo el sustantivo de la frase que describe su identidad. Es un heredero de las izquierdas europeas que leyeron a Norberto Bobbio. A principios del último cuarto del siglo XX, este politólogo italiano dejó claro que hay izquierdas democráticas e izquierdas autoritarias, así como derechas de ambos signos. Señaló entonces, también, que en Europa las izquierdas autoritarias no tenían futuro.
Son de citarse estas palabras del presidente español: «No buscamos poner o quitar gobiernos, queremos democracia y elecciones libres y transparentes en Venezuela.” Ésta, la celebración de nuevas elecciones, sería la mejor salida al gravísimo problema de legitimidad en que se encuentra el país sudamericano. Ciertamente, por ahora parece imposible que ello ocurra; el mismo sábado 26, Maduro rechazó la opción. Se diría que está optando más por la lógica de los poderes fácticos que por la lógica jurídico-política: confía en que el apoyo de los militares lo sostendrá.
Darle su lugar a la política
Sin embargo, los acontecimientos pudieran estar haciendo que la opción electoral se empiece a volver probable. El viernes 25 los más altos mandos declararon lealtad a Maduro, como se hubiera esperado; pero lo hicieron de una manera que parecía más un llamado a la disciplina de sus subordinados que un intento de convencer a los desafectos en Venezuela o de refutar a los críticos afuera del país. Después, el sábado 26, el agregado de defensa de Venezuela en Estados Unidos, José Luis Silva Silva reconoció a Juan Guaidó como “único presidente legítimo”. Interpeló a Maduro y su grupo: “¡Ya basta! Dejen de lado el control ilegal de nuestro territorio y del poder ejecutivo.” Y agregó: “Los líderes se han convertido en multimillonarios a costa del pueblo.”
Eso que buscan España y la UE, contribuir a que las imposibles elecciones se vuelvan probables, es darle su lugar a la lógica jurídico-política, y en consecuencia, acotar el juego de los poderes fácticos. Es dar un lugar central, entre los principios de decisión, al valor que en un orden democrático sustenta la solución pacífica de los conflictos: la legitimidad. Por eso son valiosos los esfuerzos de los actores europeos, y en particular el de la izquierda democrática española, por encontrar una vía de presión a Maduro diferente a la de Estados Unidos y Brasil. Esperemos que otros actores se sumen a la iniciativa o impulsen otras concurrentes.
(Considero que analizar los problemas de la democracia en América Latina nos ayudan a comprender mejor la democracia, en general. Ver por ejemplo https://demoi.laoms.org/2017/05/02/la-destitucion-de-rousseff/ .)