El largo periodo de enfermedad y confinamiento disminuye intensidad en todo el mundo y la vida anterior se recupera poco a poco: los niños vuelven a las escuelas, los jóvenes se reúnen nuevamente en cafés y lugares nocturnos, los empleados regresan al trabajo. Sin embargo la esperanza de una sociedad más solidaria, conectada por redes electrónicas y consciente de los peligros ocasionados por la erosión del medio ambiente, ha dado paso a reproches y malestar conforme se resienten las consecuencias de la pandemia.
Los gobiernos de Inglaterra, Canadá, Francia o los Países Bajos han debido enfrentar protestas y descalificaciones por las medidas de contención, la desatención de los líderes respecto a las mismas, o los resultados obtenidos. La recuperación económica está siendo lenta en países que dependen del turismo y que apenas perciben lentamente, entre avances y retrocesos, la reanudación de una normalidad que dista de ser la de hace dos años. La industria se resiente de falta de materiales básicos. Hay encarecimiento del cemento, del aluminio, de minicomponentes electrónicos. La Organización Mundial de la Salud advierte que de no colaborar con los países pobres, la pandemia puede repuntar bajo nuevas formas. De distintas maneras, la pospandemia se manifiesta como un proceso difícil y problemático.
De manera parecida a lo que sucede en otros países, en México, hay , por un lado, denuncias en contra de las políticas fallidas del subsecretario de salud e inconformidades por la falta de observancia de reglas por quienes prescribieron (y adquirieron) medicamentos inútiles y potencialmente peligrosos para combatir la enfermedad, así como por el retraso en el cumplimiento de la producción prometida de vacunas elaboradas en el país. Pero además, la pospandemia ha dejado otros saldos muy preocupantes que deben ser atendidos.
Los 60 mil muertos esperados por el subsecretario de salud en abril de 2020, se han convertido en medio millón , una cantidad aterradora por lo que significa en dolor, pérdida de talento y fuerza de trabajo, desintegración familiar y orfandad. Muchos mexicanos sufren de síntomas adicionales causados por el Covid en su fase más agresiva y muchos otros experimentan problemas graves de pobreza agudizados durante el periodo de encierro. El repunte de 5% en el producto interno bruto durante 2021 que permitió un respiro y favoreció cierta recuperación del empleo, no bastará para superar la brutal caída de los dos años anteriores: la pandemia provocó en 2020 un descenso de 18% respecto del crecimiento de 2019, pero a fin de ese año el PIB ya había tenido un crecimiento cero, lo cual hizo aún más pronunciado el derrumbe económico. Especialistas piensan que el producto interno del país está en los niveles de 2016 y que difícilmente logrará recuperarse al nivel que tenía al momento del comienzo del actual sexenio.https://mexicocomovamos.mx/publicaciones/2021/08/crecimiento-nacional-y-estatal-de-la-economia-mexicana/
No menos preocupantes son los renglones de educación y salud: los primeros estudios sobre el efecto de la pandemia en los niños de primaria sugieren un descenso radical en redacción y matemáticas, lo cual plantea un reto difícil a profesores que regresan a clases presenciales. Hace poco menos de un año, INEGI calculaba en casi 2 millones de niños y jóvenes (población de 1 a 29 años) que habían abandonado definitivamente su ciclo escolar.https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/OtrTemEcon/ECOVID-ED_2021_03.pdf No hay indicios de una estrategia para revertir el atraso y al mismo tiempo se están produciendo drásticos recortes en renglones tan importantes como los estímulos a la investigación científica y las becas de posgrado, tal vez ocasionados (aunque no se dice) por la difícil situación económica. La carencia de recursos posiblemente explique en parte la eliminación de institutos que habían sido vitales para la cultura o la vigilancia del medio ambiente y la modificación de las condiciones de incorporación de graduados. Junto con los millones de niños que se quedaron sin escuela durante dos años, las nuevas generaciones de científicos y en general, la producción de nuevo conocimiento, son víctimas de la pospandemia .
En el renglón de salud, si bien la pandemia aceleró reconstrucción de hospitales, aumento de camas y contratación temporal, también retrasó la atención a otro tipo de enfermedades y disminuyó drásticamente el personal especializado: en octubre de 2021, la SS reportaba un total de 4517 defunciones por Covid de las cuales el 45% era de médicos, el 19 % de enfermeras y el 31% de “otros trabajadores de la salud” (¿tal vez laboratoristas, camilleros, limpieza? ) lo cual representa, además de una lamentable pérdida, una reducción de las capacidades de atención, ya muy disminuidas durante la pandemia. Las largas colas en la entrada de los hospitales para solicitar citas, en las semanas recientes, dan cuenta del retraso en los servicios médicos.
Hay otros problemas pospandémicos: una buena parte del personal de la burocracia apenas está regresando a sus labores, lo cual a pesar del trabajo a distancia, señala un retraso considerable en tareas regulares. Trámites, permisos, pagos, integración de archivos han estado parcialmente detenidos o ralentizados durante el largo periodo del Covid 19. El regreso a una “normalidad” definida por la amenaza latente de la enfermedad, obliga además a la adecuación de espacios, turnos de trabajo, rutinas y hábitos.
Así, la pospandemia sitúa al país en una etapa de reajuste a la cual se suman los problemas de violencia, inseguridad y avance de los grupos criminales que hemos atestiguado en los meses recientes y que en algunos estados de la República (Colima, Sonora, Zacatecas) han alcanzado dimensiones alarmantes.
Todo lo anterior debería hoy ocupar la atención nacional, incluso por encima del escándalo de la casa gris que puso de manifiesto la fragilidad del discurso de la austeridad, y por encima de la la irritación presidencial contra periodistas. Mucho se ha repetido que la conferencia mañanera del Presidente construye la agenda nacional: si es así, la construye mal: la magnificación del agravio, sus ataques contra la prensa, sus denuncias sobre el financiamiento de organizaciones civiles, la culpabilización de supuestos enemigos, sirven para ocultar los grandes problemas por los que atraviesa el país. La agenda nacional debería ser hoy el México de la pospandemia: debilitado económicamente, repleto de carencias y de tareas incompletas, asediado por el crimen organizado y carente de una solución integral a lo que se vislumbra como un futuro muy complicado y lleno de incertidumbres tanto nacionales como internacionales.